Mujeres en Latinoamérica: dificultades en los ámbitos laborales

Jorge Dell’Oro hace ya 26 años que recorre toda Latinoamérica haciendo asesorías de comunicación. Contó la experiencia de trabajar con mujeres en este rubro en Conexión Parques Radio.

 

“Ser mujer en el primer mundo es difícil, pero serlo en el resto del mundo, es heroico”.

 

Jorge Dell’Oro, consultor político, habló en Conexión Parques Radio sobre el empoderamiento de la mujer en Latinoamérica.

Se refirió también a las situaciones complejas que viven por el machismo en las empresas, en las organizaciones políticas y en cualquier ámbito en general.

Desde su propia experiencia laboral de trabajar con mujeres desde México hasta Argentina, señaló: Cuando pisan el poder del terreno del hombre, son discriminadas”.

Además, habló sobre las capacitaciones que él hace para las mujeres de un partido y dio consejos para que mejore esta situación en los ámbitos laborales.

 

El diálogo completo que Jorge Dell’Oro, publicista y comunicador en Argentina, América Latina, España, tanto para organismos internacionales, como para distintos gobiernos y empresas, y fundador del Círculo de Creativos de la Argentina y de la Organización de Consultores Políticos de Latinoamérica (OCPLA), mantuvo con Conexión Parques fue el siguiente:

CP: ¿Ser mujer es heroico?

JDO: -Ser mujer en el primer mundo es difícil, pero serlo en el resto del mundo, es heroico. No es una frase mía, si no de Ángeles Perilán, una socióloga española. Es razonable lo que dice Ángeles, puesto que, en algunos lugares del mundo, el protagonismo o el espacio de la mujer no lo tiene que disputar. Es ya un tema cultural. Pero, los que vivimos en Latinoamérica sabemos que hay infinidad de problemas todavía por solucionar, a pesar de que, de alguna manera, se ha progresado en este aspecto. Todavía hay muchos hombres que no están de acuerdo con la presencia de la mujer en cargos relevantes. Les incomoda. Incluso, aprovechan oportunidades para denigrar los logros de las mujeres. Y eso, yo, puedo decir con cierta experiencia, porque hace ya 26 años que recorre desde México hasta la Argentina haciendo asesorías de comunicación, que hay ciertos países que realmente siguen en un estado primitivo, donde la mujer está muy relegada. Incluso, algo que me pasó, fue que en un momento teníamos que buscar una persona para una organización. Había dos mujeres en la mesa y yo estaba evaluando las personas que se estaban presentando. Lo que pasó fue que había mujeres que discriminaban su propio sexo, algo que es por una impronta cultural que ha dejado el machismo. Una mujer que se presenta muy femenina no la consideraban lo suficientemente dura para ocupar el puesto. También descalificaron a otra por agresiva y dominante. Esas cosas algunas veces ocurren.

CP: ¿A las mujeres se les pide mucho más? ¿Qué es ese “mucho más”?

JDO: -Vamos a ir un poco antes de ese “mucho más”. El poder general ha sido un dominio marcadamente masculino. El discurso que ordenó la sociedad es el del hombre. En ese discurso, no se ha tenido en cuenta a la mujer, por lo que, cuando se empodera, genera fricción.

Las mujeres viven situaciones complejas por el machismo en las empresas y en las organizaciones políticas, y en cualquier ámbito en general. Cuando pisan el poder del terreno del hombre, son discriminadas. También está otro hecho que es la discriminación positiva, que obligaron a los cupos. Tener que llegar a eso es bastante lamentable, a mi juicio. Pero fue un paso importante. En función a lo que se les exige, son cosas que incluso hasta los hombres no cumplen. Como mayor eficiencia, más presión. Lo que ocurrió en Suecia me dejó bastante sorprendido, especialmente en una sociedad de esa naturaleza. Cuestionaban algunas mujeres en las empresas que quedaban embarazadas.

CP: ¿Vos creés que esto tiene que ver con lo femenino y con el hecho de ser mujer o es una lucha de poder que, igualmente, se da también entre los hombres? ¿Tiene que ver con ser mujer o con esa lógica de querer acceder a esos espacios de poder que todavía no sabe cómo transitarla?

JDO: -Hay mujeres que tienen mayor habilidad que otras para ir serpenteando las dificultades que los hombres ponen, por así decir. Consideremos que el machismo en Latinoamérica es una impronta importante. El problema radica en que, para mí, no es una lucha de poder, si no de igualdad. La mujer busca la igualdad y el hombre no se la da. Vencer toda esa cultura que está impregnada lleva su tiempo. Yo creo que ya ha avanzado mucho, y por eso estoy muy contento. Creo que ahora las mujeres, hoy, tienen cargos y se destacan más, en algunos países más que otros, obviamente. Se van ganando el lugar y el espacio que merecen, porque, para mí, es un problema de igualdad.

CP: ¿Cómo deberían manejarse desde el punto de vista de la comunicación las mujeres que están en estos espacios organizacionales o de sector público, político?

JDO: -Hay dos cosas. Hay acciones y comunicación. Me parece que hay un problema en las acciones, donde les traban las acciones a la mujer. En lo comunicacional, creo que tiene una ventaja la mujer, siempre dependiendo de su personalidad. Evidentemente, todas pueden trasmitir un mensaje tranquilizador, envolvente. Primero por lo que la imaginaria popular tiene como imagen de la mujer. Creo que las mujeres tienen que, primero, tratar de llegar al poder, y, de ahí, empezar a serpentear a los hombres machistas. Porque obviamente están sentados en ese asiento hace mucho tiempo. La tarea de ponerse a la par es una habilidad lenta.

CP: ¿En qué consisten las capacitaciones de las que te ocupás con las mujeres de tu partido?

JDO: -Primero, en desarmar los conflictos y la gran alta competitividad que tienen las mujeres, sobre todo en la política. Tratar de que entiendan que todas tienen que trabajar en un objeto en común, y que deben dejar el espacio a aquella que se perfile con mayores posibilidades de liderar, lo cual no es fácil. Yo, como consultor externo, tengo que ir dividiendo el grupo de manera tal que haya la menor cantidad de confrontaciones y tratar de que aquellas mujeres que, evidentemente, no van a poder calificar para ser candidatas, no se vuelvan enemigas de la fórmula. No es fácil, y menos para alguien del sexo opuesto.

Yo siempre digo que hay que tratar de no pelear, si no que de abrir caminos a otras mujeres. Porque la forma en que se empoderen es que sean muchas. Hay que tratar que el núcleo se amplíe, lo cual también bajaría tensiones.

CP: ¿En qué cosas te fijás para ver quiénes tienen el perfil para acceder a un rol, para liderar?

JDO: -Primero, hay que tener muy claro los conceptos del espacio político que representan, porque también hay mucha confusión, ya que cada persona fabrica su propio espacio político individual. En principio eso, porque hay mucha gente con muy buena voluntad, con muchas ganas de trabajar, tanto hombres como mujeres, que se reniegan un poco a capacitarse, y eso es un error porque hoy, más que nunca, viendo los exponentes políticos de nuestro país, vemos que hace falta gente idónea y profesional que represente a los partidos de forma unívoca. El discurso tiene que ser único. Luego, tiene que ver con la facilidad que tenga de ser permeable ante la gente, no sólo el sexo femenino. Las fundamentalistas del femenino me parecen fantástico, pero lo que me parece un peligro es el fundamentalismo, porque le ha dado mala imagen a causas muy nobles. Eso es un problema serio, particularmente en la gente más joven.

CP: –Acaban de nombrar a una ministra de economía, tenemos a la vicepresidenta mujer y otras mujeres en la política muy importantes. ¿Qué dirías con respecto a las mujeres protagonistas en la política que conducen espacios políticos muy importantes? ¿Algo positivo y algo a trabajar para comentar?

JDO: -Yo creo que las mujeres que son protagonistas en la política argentina han caído en el discurso machista, quizás me equivoco. Pero la mujer no está para eso en la política, está para distender y armar diálogo, y eso es lo que nuestro país necesita. Si las mujeres fueran puentes de diálogo, podrían construir un acercamiento y hacer que le bajen el tono a la agresividad que tienen los hombres. Capaz es una utopía, pero me parece que vale la pena intentarlo.