Cafiero analizó el intercambio con China y replicó señalamientos a la gira presidencial

El canciller Santiago Cafiero destacó hoy que en los 50 años de relaciones bilaterales con la República Popular China el intercambio comercial entre ambas naciones “pasó de representar el 0,01% al 14% del comercio exterior argentino”, y al mismo tiempo replicó algunos conceptos que se habían publicado en la prensa europea sobre las motivaciones del reciente viaje del presidente Alberto Fernández a Beijing.

En una columna publicada en el diario español El País por el aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas, que se cumple precisamente hoy, Cafiero analizó la ecuación entre actividad importadora y exportadora de la Argentina respecto a China, mencionó logros, potencialidades y desequilibrios en esas transacciones, y además aconsejó repasar la historia al responder señalamientos basados en cierta desinformación.

“A raíz del viaje que hace unas semanas realizamos a Moscú y a Pekín, el Presidente de la Nación, Alberto Fernández, y su equipo de colaboradores, se nos ha señalado como alineados a un bloque político que sólo existe en el imaginario de un extinto mundo bipolar”, cuestionó.

Además, indicó que las exportaciones a la potencia asiática “sólo explican el 8% del total exportado”, mencionó que el país “provee a China sólo el 0,3% de todo lo que ella compra en el mundo”, para finalmente poner el foco en que mientras “la inversión extranjera directa de origen chino representa el 11% en el stock financiero mundial” apenas representa “un magro 1,3% del stock de inversión extranjera directa en la Argentina”.

Sobre la reciente gira a China, planteó que la firma del Memorándum de Entendimiento por el cual la Argentina adhirió a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, al igual que los convenios suscriptos por inversiones en infraestructura y energía, contribuirán a mediano plazo a “reducir las importaciones de gas, para facilitar la salida de exportaciones, para salvar añejas dificultades de la red de transporte”.

Y añadió que a esos problemas estructurales la Argentina quisiera enfrentarlos “con la ayuda de quienes siguen siendo nuestras principales fuentes de inversión extranjera directa, los Estados Unidos y España”.

“Es cierto, como mencionaba un reciente editorial de El País, que mi país atraviesa una difícil situación financiera. Pero sólo uno de los temas de la visita -la posibilidad de ampliación de un swap de monedas- puede ser vinculado a ese problema”, aseguró en otro tramo del artículo en referencia al problema del endeudamiento y las negociaciones en marcha con el Fondo Monetario Internacional.

En ese punto, vaticinó que “en las próximas semanas esperamos despejar nuestro horizonte de pagos de la deuda”, y luego remarcó que “el potencial productivo del país, sus ventajas únicas en materia de provisión de alimentos, de equipos y tecnología agropecuaria y, últimamente, su empuje como exportador de servicios basados en el conocimiento generarán los flujos de fondos para pagar las inversiones”.

“Para terminar con los fantasmas: durante la visita a Pekín y desde el comienzo de nuestra gestión hemos tenido presente que el vínculo con China tome en cuenta la fórmula usual que incluyen las contrapartes chinas: todos los acuerdos deben basarse en la ‘igualdad y el beneficio mutuo’. Para nosotros eso no es una fórmula de cortesía”, subrayó.

En el mismo sentido, indicó que en la gestión del Frente de Todos “tienen claro” que la Argentina no puede limitarse “a ser proveedores de un puñado de productos con escaso valor agregado y diferenciación” en las operaciones con un gigante económico como China, como también entienden que el país no puede ser simple comprador de fábricas y plantas ‘llave en mano’.

Al respecto, recordó que “el propio Libro Blanco del gobierno de China respecto a sus vínculos con América Latina” sugiere que en sus proyectos de este tipo debe haber transferencia de tecnología e incorporación del trabajo y desarrollo científico-técnico que promuevan el desarrollo de los países destinatarios de esas inversiones.

En otro párrafo del artículo, se remontó al gobierno de Juan Domingo Perón de principios de los años ’50 para recordar que en aquel momento el fundador del justicialismo “se propuso explorar la posibilidad de proveer de granos a una China hambreada por años de guerra civil, debido al bloqueo comercial derivado de la guerra de Corea y al aislamiento político internacional en el marco de la Guerra Fría”.

Sin embargo, continuó, “hubo que esperar un par de décadas hasta que los países de nuestra región pudieran establecer o restablecer relaciones con el gobierno de Pekín”, una demora que estuvo atravesada por un contexto internacional que se traducía -observó- “en feroces campañas ‘anticomunistas’ y, como hoy, en amenazas de quedar ‘fuera del mundo’, una crítica usual hoy en mi país”.

“En aquellas primeras tratativas de los años ’50 el peronismo en el gobierno concebía una Argentina integrada al mundo, pero no tributaria de ningún polo de poder. Por eso, también, fuimos a China”, concluyó Cafiero.