Francisco recibió al cardenal Becciu, juzgado por presuntas irregularidades financieras

El papa Francisco recibió hoy en el Vaticano al cardenal italiano Angelo Becciu, juzgado desde 2021 por presuntas irregularidades financieras con costos millonarios para la Santa Sede por las que le fueron sacados sus derechos cardenalicios en septiembre de 2020.

El pontífice, que ya se había reunido con Becciu en la Semana Santa de 2021, recibió al purpurado italiano de 74 años a pocos días de que se reinicie el juicio que investiga un presunto esquema de malversación del dinero de la Santa Sede en la compra de inmuebles que dejaron un rojo fiscal de cerca de 200 millones de euros al Vaticano.

Becciu se convirtió en el primer cardenal de la historia en ser juzgado por la justicia vaticana, que investiga en particular su actuación como “número 3” de la Santa Sede, entre 2011 y 2018.

En septiembre de 2020, al inicio de una investigación en la que también están imputadas otras nueve personas por supuestas irregularidades, Becciu renunció al cargo que tenía como responsable de la Congregación para las Causas de los Santos y, además, “a los derechos relacionados con el cardenalato”, en una decisión sin precedentes modernos, y que incluso excluye al cardenal de los derechos de participar de un futuro cónclave.

Desde julio de 2021, Becciu es juzgado por “peculado y abuso de poder”, junto a otras nueve personas y cuatro empresas, en la causa que investiga supuestos fraudes con la compra de un edificio en Londres por casi 200 millones de euros, en el primer juicio vaticano de la historia con un purpurado en el banquillo.

El marco del encuentro de hoy es también la reaparición a fines de 2022 de la operadora Francesca Chaouqui, condenada en 2016 a diez meses de prisión por filtrar documentos clasificados del Vaticano, acusada de ser la ideóloga de una aparente campaña de desprestigio contra el cardenal, con quien está enfrentada desde hace años. Chaoqui debió comparecer ante el tribunal vaticano a inicios de enero, cuando negó las acusaciones.

Este año, luego de que en 2022 se conociera que grabó una charla telefónica con el Papa sin consentimiento, Becciu reveló un intercambio con el pontífice de agosto luego de que Chaoqui participara al “bacciamano” de la Audiencia General.

El cardenal, que de alguna forma recrimina al pontífice haber recibido aunque sea de esa forma pública a su acusadora, mostró a la prensa una carta de Jorge Bergoglio que pide perdón en caso de haberlo lastimado.

Becciu fue interrogado por primera vez, en un hecho inédito para la justicia vaticana, el 17 de marzo de 2022, cuando fue preguntado exclusivamente sobre una línea de la investigación, que busca esclarecer si fondos del Instituto para las Obras de Religión (IOR), el banco vaticano, y de la Conferencia Episcopal italiana acabaron en manos de entidades y personas relacionadas con el cardenal enjuiciado.

En una de las audiencias de 2022, Becciu rechazó haber malversado fondos vaticanos a favor de su familia.

“¿Cómo puede ser que se haya explotado la persona del Santo Padre, creando un escándalo sin precedentes en la Iglesia”, agregó en mayo pasado el cardenal que, tras la acusación de que su hermano Tonino había manipulado más de 100.000 euros destinados a caridad, fue despojado de sus derechos como cardenal y alejado de su cargo de prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.

Al elevar la investigación a juicio, dentro de las 73 páginas dedicadas a analizar la labor del purpurado, la fiscalía vaticana consideró que “también surgieron elementos contra el cardenal Giovanni Angelo Becciu, contra quien procedemos, como exige la ley, por los delitos de malversación y abuso de funciones también en concurso, así como soborno”.

En 2022, Francisco había liberado a Becciu del secreto pontificio para que explicara su relación con la supuesta espía italiana Cecilia Marogna, una laica que cobró miles de euros de la Santa Sede por supuestas intermediaciones y que también es juzgada por el Vaticano en el proceso iniciado en julio pasado.

Según el acta de envío a juicio, la investigación mostró “una red de relaciones con los operadores del mercado financiero que generó pérdidas sustanciales para las finanzas del Vaticano, habiendo recurrido también a recursos destinados a las obras de caridad personal del Santo Padre”, dentro de un megaesquema de fraudes.

 

 

 

 

 

Fuente: Télam.